Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
La portada de mañana
Acceder
La UE obligará a los medios a publicar sus propietarios y la publicidad institucional
El PP se enreda en los pactos para Catalunya con Vox al acecho
Opinión - ¿Respeto a Milei y al resto de la ultraderecha? Por Rosa María Artal

La conducta social de las grullas a través de la historia de Gudrs, un ave letona que pasa sus inviernos en Huesca

Grullas volando

Candela Canales

1

Cada invierno, la alberca de Alboré se llena de grullas que vienen a pasar los meses fríos a este territorio de la Hoya de Huesca. Aves procedentes de Francia, Alemania, Polonia, Escandinavia o los países bálticos recorren miles de kilómetros y atraviesan países hasta llegar a su alojamiento invernal. Gudrs es una de ellas, una pequeña grulla que, junto a sus padres, pasa su tercer invierno en la alberca. La conocemos gracias a Pablo Vallés, que decidió utilizar la historia de una grulla letona y hacerla protagonista de su libro de divulgación 'Gurds. Historias de grullas'.

“Hace tres años constatamos que hay una grulla letona que pasa todo el invierno en la alberca de Alboré, sabíamos que invernaban ahí desde hace más de 10 años, pero no podíamos constatar que eran las mismas, con esta sí que hemos podido porque lleva GPS y marcas”, explica Vallés. Asegura que cuando conoció el caso se dio cuenta de que ya tenía una protagonista para su libro, “eso me daba pie para contar la historia desde la perspectiva de una grulla y, a nivel divulgativo, es mucho más agradable de leer y sencillo que no que te lo cuente yo. Sigue pasando los inviernos allí, este año ha estado también allí”.

Las grullas no siempre han pasado el invierno en esta zona de Huesca, antes iban al sur, a Extremadura. Hace unos años decidieron quedarse más al norte, en la provincia oscense y ahorrarse así unos cientos de kilómetros en su viaje otoñal. Incluso hay algunas que pasan la estación fría en Francia, de esta manera se ahorran más kilómetros y, además, evitan cruzar los Pirineos.

El objetivo de este libro es divulgativo, Vallés quería que lo leyese mucha gente de diferentes perfiles, y por eso escogió este formato. Es un libro de 80 páginas que, acompañado de ilustraciones de Luis Miguel Brandineras, utiliza un lenguaje sencillo para contar la historia desde la perspectiva de la grulla. “Pero no es un libro infantil, aunque lo pueda parecer, sino que es un libro que pueden leer cualquiera”. Y lo está consiguiendo, en un mes ya se ha editado una segunda edición, “a la gente le está gustando”.

Pablo Vallés es naturalista, educador y divulgador ambiental y, desde el año 2014, es responsable del centro de interpretación de las aves de la alberca de Alboré, ubicado en Montmesa. Ha pasado muchas horas en el monte mirando y contado a las grullas, pero destaca que en este proyecto hay un cambio de mentalidad, “de estar contando grullas a intentar entender por qué hacen determinadas cosas o como se alimentan, esas pequeñas cosas que siempre se nos escapan, es una forma de aprovechar el trabajo de muchos años, de muchas horas observándolas”.

La vida en “sociedad” de las grullas

Uno de los aspectos que más destaca Vallés de las grullas es su vida en sociedad: “El antropocentrismo nos ha hecho creer que somos una especie elegida, más listos que los demás, cuando te das cuenta de que hay una especie que repite cosas que tú haces porque vive en sociedad como tú, y resulta que se repiten una serie de patrones, por ejemplo, la vida en familia. El lenguaje complejo es algo evidente, no puede no haberlo cuando tienen que organizar a un grupo muy complejo a hacer cosas muy complejas”.

También lo expresa así el libro, en el que Gudrs, la protagonista, explica que, tras miles de años de evolución, han creado un lenguaje muy elaborado “capaz de trasmitir todo lo que queremos decir a nuestros congéneres”. También relata como es la relación con los humanos: “Si a plena luz del día a un zorro le guardamos tres metros de distancia de seguridad, algo que nos permitirá escapar en caso de ataque, con vosotros la aumentamos cien veces, hasta los trescientos. Ni las grullas más ancianas que he conocido recuerdan que hayáis depredado alguna vez a alguna de nosotras. Sin embargo, tuvisteis que hacerlo mucho en el pasado, ya que todavía se trasmite la información de cómo debemos comportarnos ante un humano. Cuando paseáis por la naturaleza tenéis que pensar que lo que observáis no es el comportamiento real de los animales, ya que vuestra presencia afecta a todos los seres vivos”.

Esta influencia de la presencia humana en la naturaleza no solo se da en las grullas, Vallés destaca en el libro el caso de la nutria, a la que se cazó durante años hasta llegar al borde de la extinción, “durante mucho tiempo, creísteis que su hábitat ideal eras esos ríos de montaña, sin daros cuenta de que habíais sido vosotros los que las habíais empujado a vivir allí. Muchas veces creo que os cuesta entender el impacto que vuestra especie ocasiona, y la cantidad de comportamientos que nos obligáis a cambiar a los seres vivos que compartimos planeta con vosotros”, relata la voz narradora, la de Gudrs.

Con este libro también se pretende conocer el entorno de la alberca de Alboré y que todo el que lo lea sea “capaz de volver a conectar con la naturaleza, algo que hemos perdido, ese volver a salir al campo y entender que hay otros seres vivos con los que compartimos espacio y planeta. Se nos olvida porque vivimos encerrados en nuestra burbuja urbana y, si conseguimos poner un granito de arena con este libro, será suficiente”, concluye el autor.

Etiquetas
stats